No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, o ya la frente, silencio avises, o amenaces miedo

lunes, 28 de marzo de 2011

¡QUE VIENE MARIANO!

Silva las eses como una culebra, sonríe como una abuela cuchareta, usa y abusa de dichos y refranes, lo cual le da un tono decimonónico. Pero, eso sí, le tiñen el pelo con mayor acierto que la temporada pasada. Es un mandilón en casa y ahí esta Esperanza Aguirre sacando los pies del tiesto para demostrarlo, semana sí y semana también. O Francisco Camps, que se autoproclama candidato. Ni ha propuesto alternativas ni tiene soluciones. Lo que sí tiene es una carencia notable de escrúpulos. Se aferra al "cuanto peor, mejor"; peor para el país y mejor para él, claro está. Se le nota la satisfacción que le producen los incrementos del paro, de los intereses de la deuda o cualquier otro problema que agrave la sensación de crisis irresoluble. Pese a conocer el origen de la crisis y sus efectos desastrosos en nuestra economía, alimenta la culpabilidad de Zapatero, ahora que el terreno está abonado por la rabia ciega y el mensaje ha calado en lo más hondo de la sociedad. Estamos ante un remedo tiñoso de aquel "Vaasé seor González". Mariano es un personaje indolente y patético, no obstante, guarda sus reconcores inconfesables para mejor ocasión. Que le pregunten a Ánsar, a Cascos, como se las gasta el pollo. Ya se enterará la Lideresa (Esperanza Aguirre) de lo que vale un peine sin púas. Y lo peor es que se nos viene encima, sin remedio.


Sorprende que, en el PSOE, nadie sepa atacar su imagen, toda vez que las encuestas insisten en la antipatía que despierta. Echo de menos los calificativos demoledores de Alfonso Guerra: "Tahúr del Misisipi" (por Suárez) o "Es más soso que un marmolillo en la calle Sierpes" (por Calvo Sotelo). Echo de menos algo así como "Es tan mandilón que hasta la Espe se le sube a las barbas". Menos talante y más talento.

Es duro afrontar una batalla que se sabe perdida de antemano, una batalla contra los vientos y las tempestades capitaneadas por un tonto del haba. Yo ya me he comprado una pala, para cavar una trinchera en el límite de mis principios. ¡A las barricadas!

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